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  Verano 2017

Cuatro escritoras del Siglo XXI
Taller de escritura y lectura
Coordina: Vivian Lofiego

¿Qué tiene de nuevo para contarnos una gran novelista, cuentista o poeta?
Abordaremos la obra de cuatro exponentes de la literatura anglosajona y europea contemporánea, cuatro voces mayores; escritoras que a través de sus textos dialogan con su actualidad histórica, social  y política, el mercado del arte, las universidades sagradas, los guetos, la locura, la pasión, la experiencia. Y con una escritura honda como un tatuaje que queda para toda la vida en nuestra piel.
Leeremos fragmentos escogidos de Lorrie Moore, Zadie Smith, Nancy Huston y Siri Husvedt, y a partir de ellos haremos un trabajo de escritura personal, al que dedicaremos una parte de cada encuentro.

Lorrie Moore: Gracias por la compañía
Traducción de Daniel Gascón. Seix Barral. Barcelona, 2015.
Hay que «descongelar los pies, dar pasos a ciegas hacia atrás, arriesgarse a perder el equilibrio, arriesgarse a una caída infinita, para dar espacio a la vida».
La historia es sencilla, una boda que se celebra en el campo, un grupo de moteros que irrumpe intempestivamente, la fiesta  hubiera podido convertirse en una catástrofe pero sin embargo continúa. Lo que muestra Moore es una literatura ácida y corrosiva, aunque aparentemente inocua. Donde parece que no sucede nada se abre paso la vida, con sus contradicciones y excesos. Así la afrontan, de hecho, los personajes de esta última de las historias de Gracias por la compañía.

Zadie Smith: Sobre la belleza
Traducción:  Ana María de la Fuente. Salamandra. Barcelona, 2005.
La maestría de Smith consiste en construir por medio de signos de la teoría estética, sin aburrir al lector, lo que en cualquier otro escritor menos virtuoso hubiera sido una historia más de infidelidades y celos profesionales.

La crisis de la mediana edad que enfrenta Howard Belsey, profesor de la Universidad de Wellington, tiene matices trágicos. Por una aventura con su amiga Claire y luego con  la joven Victoria peligra su matrimonio de 30 años con Kiki, un ama de casa obesa que otrora fuera una sensual y ferviente activista afroamericana. Además, su futuro académico está amenazado por la llegada al campus de su adversario intelectual Monty Kipps, que como él es especialista en Rembrandt.
Sus tres hijos, Jerome, Zora y Levy están absortos en sus propias vidas. Cada uno representa una definición propia de arte, así como tres maneras distintas de ver y verse en el mundo. Jerome cree que la belleza es un concepto único e irrebatible. Zora imita el tipo intelectual de su padre. El menor busca su propia identidad fuera de la casa, entre definiciones estereotípicas de su raza, como el rap, el gueto, y la calle.

Nancy Huston: La huella del ángel
Traducción: Eduardo Iriarte. Salamandra. Barcelona, 2009.

Saffie, la protagonista de La huella del ángel, ha vivido un episodio estremecedor: ser testigo de la violación de su madre y su propia violación por las tropas rusas. No fue algo excepcional, como se sabe: hubo 300.000 mujeres violadas en Berlín. El hecho de haber vivido eso, más el hecho de haber conocido a un profesor que culpa de todo a los alemanes hace que crezca un muro entre ella y el resto del mundo, entre ella y su identidad alemana. El padre de Saffie descubriremos a lo largo del relato que ha sido nazi, y que Saffie lo deja morir, castigándolo por los horrores del nazismo. Otro de los personajes de la novela, András,  que de niño fue salvado por los comunistas, siente el impulso casi automático, en plena guerra de Argelia, de ayudar a los oprimidos.
Saffie emigra a Paris en 1957 con  juventud, belleza, secretos, dolor y silencio. Enamora en dos minutos a Raphael Lepage, un brillante flautista, hijo de una mujer acomodada, que tiene por delante una fulgurante carrera. Saffie llega a casa de los Lepage para trabajar como empleada. Pero Raphael se enamora perdidamente de ella, y en un rapto pasional  le propone que sea su esposa.
¿Por qué no? Podría ser una hermosa historia de amor, pero… es un amor no correspondido.

Siri Hustvedt:   El mundo deslumbrante
Traducción: Cecilia Ceriani. Anagrama. Barcelona. 2014.
¿Quién teme a Henrik Ibsen, el viejo oso polar con barbas de lince,  primer dramaturgo feminista de la era moderna? Siri Hustvedt, no. La autora de Los ojos vendados y Todo cuanto amé demuestra en su última novela que es más noruega que norteamericana. Porque El mundo deslumbrante es en realidad un involuntario homenaje al autor de Casa de muñecas, una intrincada trama que funciona a la manera de un inconsciente freudiano, con todos los ingredientes del drama nórdico pero con el flotante mundo artístico de Nueva York como escenario.
Hustvedt utilizará una extravagante psicología narrativa para dar perspectiva a su personaje en la búsqueda de una identidad que la hará sentir verdaderamente real.
La novela nos conduce también por la deriva existencialista de Sören Kierkegaard. El filósofo danés —quien, por cierto, escribió muchas de sus obras bajo seudónimo— afirma en Tratado de la desesperación (1849): “La desesperación —como enfermedad mortal— puede adquirir tres figuras: el desesperado inconsciente de tener un yo, el desesperado que no quiere ser él mismo y aquel que quiere serlo”.

Harriet Burden, como Nora (¿como Hedda?), es una mujer inmensamente henchida de vida en un mundo que apenas le concede la oportunidad de hacer mucho más que ser una artista invisible, esposa de un poderoso marchante y madre de dos hijos. Frente a la experiencia de su viudez decide reencontrarse como artista y se inventa el juego de las máscaras, con el que buscará poner en evidencia un sistema del arte para ella claramente misógino. Huye de Manhattan (“esa pústula ambulante, adinerada y endogámica”) y se refugia en un loft en Brooklyn. Allí construirá sus obras, “espacios de juego” que cobran forma en celdas y habitaciones donde “pone a vivir” a los tres duendes que la suplantarán: el superficial Anton Tish, el homosexual mestizo Phineas Q. Eldridge y el carismático y exitoso Rune. Cada “gnomo” poseerá la capacidad de deslumbrar a través del arte, algo que a ella nunca le fue concedido.
Harriet acabará sucumbiendo a esta triple gripe y sin lograr el reconocimiento que tanto buscaba. Justo lo contrario del heredero democrático del aristócrata Picasso, Marcel Duchamp, quien fue capaz de vivir sus múltiples vidas —jugador de ajedrez, ilusionista, curador, marchante, Rose Sélavy (Eros, C’est la vie)— con infinita energía y despreocupación.

Duración: 4 encuentros de 2 horas
Horario: martes de 18 a 20 hs
Inicio: 14 de febrero

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